viernes, 27 de mayo de 2016

Desencanto y desamor

La agresividad y las mentiras de los poderes y de los medios de comunicación hacia Podemos – son bolivarianos, los financian Venezuela e Irán, están divididos, sólo piensan en sillones, no quieren pactar, votan con el PP, Pablo Iglesias es un chulo agresivo, quieren ir a elecciones...etc...- cala en ciertos votantes de Podemos, les provoca un fuerte desencanto y eso lo compruebo a mi alrededor, hablando con algunos amigos y familiares cercanos, a los que vi votar el 20D con una gran ilusión. Ahora son muy críticos, repiten los argumentos falaces que oyen en los medios, incluso noto sentimientos de rechazo y de odio hacia el partido que adoraban cuatro días antes.
Y la pregunta que me hago es: ¿Cómo se puede pasar de la adhesión entusiasta a la crítica dura en tan poco tiempo?

No se me ocurre otra forma de explicarme esto que comparando esta actitud con el estado de enamoramiento.
El enamoramiento es un estado muy peculiar del ser humano, que se podrá calificar, según como se mire, de maravilloso o de gilipollas, pero en todo caso, un estado muy especial que puede llevarnos al éxtasis y al misticismo, un estado en el que podemos pasar horas y días abrazados, tocando el cielo, flotando en una nube.
En estado de enamoramiento, el objeto de nuestro enamoramiento, el objeto amado, se percibe como perfecto, puro, maravilloso, sin la sombra de un defecto, idealizado. Lógicamente, para tener esta percepción se tiene que mitificar el objeto amado atribuyéndole unas infinitas cualidades que objetivamente no puede tener.
Y esto seguirá siendo así mientras dure el hechizo, hasta que el mito caiga de su pedestal.
Eso suele llegar, más pronto o más tarde, cuando se aterriza en la realidad de la vida, el trabajo, los problemas cotidianos, el tubo de pasta dentífrica compartido, las tareas imprescindibles de la casa, las suegras, los primeros conflictos, las pantuflas y los bigoudis. Cuando el tiempo pone las cosas en su justo sitio, poco a poco el enamoramiento se diluye, dejando sitio a otro sentimiento. Los ojos se abren, el mito desaparece, y a partir de ahí se presentan dos posibles situaciones, se experimentan dos posibles sentimientos:
El primer sentimiento, el más lógico y por suerte el más frecuente, reconocerá que el objeto amado, con sus cualidades y defectos, sigue mereciendo que andemos a su lado de la mano, en un compromiso de compañerismo lúcido, en la salud y la enfermedad como dice el cura.
El segundo, será un sentimiento de odio (que no es sino el sentimiento simétrico del amor). Nos sentiremos traicionados, engañados, estafados. Toda la culpa será del objeto antes adorado, que se había disfrazado para seducirnos y ahora nos aparece en toda su cruda verdad. Y odiaremos, con tanta o más fuerza con la que habíamos amado.

Pienso que algo parecido, ese desencanto – desamor - es lo que les pasa a ciertas personas con respecto a Podemos, que ahora no son capaces de ver, que con sus pequeños defectillos, con algún que otro error, tropezando a veces al andar, Podemos sigue siendo la mejor y la única herramienta para el cambio en este país, para la defensa de su gente.
Nos toca convencer a la gente desencantada de eso último.

Antoine Candelas



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