viernes, 30 de agosto de 2013
Reflexiones veraniegas
El neoliberalismo: una ideología
in-humana
Suelo
escuchar algunas tertulias, debates, intervenciones de políticos, empresarios, también
taxistas, vecinos y conversaciones de bar. Y me llama poderosamente la
atención, y me sorprende, y me extraña, y me irrita ver que son tantos todavía los
que defienden esta sociedad humana ultraliberal, donde el emprendedor y el
bróker son los héroes, cuya religión es la competitividad, una sociedad humana
donde la Bolsa es el templo y el dinero el Dios todopoderoso.
Lo
que me irrita y me indigna es que se considere humana ese tipo de sociedad, porque sus valores son los de la selva,
sus leyes las de la dura naturaleza: el fuerte, el listo, el más atrevido, el
mejor situado o adaptado sobresalen y sobreviven, y los débiles, los tímidos,
los menos ambiciosos, los que no tienen tanta suerte “¡que se jodan!”, según la
expresión que últimamente ha salido de más de una boca de político o de
periodista de derechas (en realidad era evidente que vía la boca les salía del
corazón).
Lo
que me irrita y me entristece más aún es que personas que no pertenecen a la
minoría poderosa que manda en este mundo, sean las que defiendan más
fanaticamente esta ideología, particularmente con su voto.
Los
valores que sustentan semejante ideología serán todo lo que uno quiera salvo humanos. Estos valores no pueden ser
los de la humanidad. Sus leyes son las del mundo vegetal y animal pero no pueden
ser las del ser humano. Una sociedad gobernada por la ideología neoliberal es para
mí in-humana.
La
humanidad se ha caracterizado desde sus orígenes por el intento de superar las
leyes de la naturaleza, por el deseo de asegurarse el techo y el pan con menos
esfuerzo y más seguridad, de vivir la vida sin las incertidumbres, las angustias
y los temores del mundo animal. Para eso inventó la agricultura y la
solidaridad, para eso se estrujaron las neuronas Montesquieu, Rousseau y Voltaire,
para eso se hicieron revoluciones, para eso se crearon sindicatos, para eso se
elaboró la Carta de los Derechos Humanos, para eso se hicieron guerras también.
Una
minoría, de mente enferma, desde siempre obsesionada por el poder y la riqueza
material, inventó la religión, el ejército, la monarquía para imponer unas
reglas de organización, unas leyes que sólo le beneficiaban a ella, intentando
siempre someter y esclavizar a la mayoría crédula y resignada, a menudo
asustada, controlada por la religión y si fuese necesario por la violencia armada de la
policía y el ejército. La ideología dominante en todas las épocas, salvo honrosos
breves periodos, siempre fue la ley de la selva, la ley del que manda, la ley
del más fuerte, que es la que beneficia a esa minoría poderosa, pero eso sí,
sólo a ella.
Yo
digo que para una sociedad humana, mejor una cooperativa solidaria que una transnacional
competitiva y depredadora.
Mejor
unos bienes duraderos y de calidad que respeten y valoren a la persona que los
ha fabricado, que un consumismo alocado de objetos endebles que se fabrican
masivamente a costa de explotar a los trabajadores (entre ellos a muchos
niños), consumismo sin sentido que sólo nos puede llevar al agotamiento de los
recursos del planeta y a su destrucción.
Mejor
una agricultura ecológica y de cercanía que respeta la tierra que la produce,
que una producción intensiva e industrial de cereales, frutas y verduras
modificadas geneticamente en unos campos muertos biologicamente y sólo
productivos a base de química. Esto vale también para la ganadería y la pesca.
Mejor
una multitud de pequeñas comunidades respetuosas unas con otras conviviendo en
paz con sus identidades y sus diferencias, que una globalización, una
mundialización violenta y depredadora que destroza todo lo que abraza, que
provoca guerras y esclaviza a miles de
millones de seres humanos.
Mejor
un Estado fuerte con capacidad para proteger a los más débiles y para controlar
a un Mercado al que vemos ahora que no se le pueden dejar las manos libres. Es decir mejor que la economía esté al
servicio de las personas que no las personas al servicio de la economía. “Lo humano primero” podía leerse en los
carteles electorales del Front de Gauche francés.
Mejor
que la educación, la sanidad, el agua, la energía, los transportes, la banca,
las costas y unas cuantas cosas más sean propiedad pública, es decir de todos
al servicio de todos, que propiedad privada para beneficio de unos pocos. De
hecho pienso que el derecho a la propiedad privada debería tener serias limitaciones.
Y para
todo eso, mejor una democracia real y participativa, formada por ciudadanos
educados e informados, que esas dictaduras seudodemocráticas que gobiernan hoy
en día a nuestros pueblos adormecidos y embrutecidos por la televisión, el
pensamiento único y la propaganda.
Lo
repito, el capitalismo neoliberal es una ideología in-humana.
Podemos
vivir en paz y ser felices en este planeta de otra forma.
Si
se quiere, se puede.¡Sí, se puede!
Antoine Candelas .
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