lunes, 28 de julio de 2014

Tiempo pasado no fue mejor

Me doy de baja del PSOE


Compañeros, hasta aquí he podido llegar.
Darse de baja de militancia es una decisión difícil y sin duda un fracaso personal, porque implica que en algún momento uno se equivocó. Puede hacerse sin ruido ni explicación (le pides tramitar la baja a tu secretaria de organización y ya está), pero me ha parecido que les debía explicar a mis compañeros algunas de las razones que me han llevado a dar este paso, básicamente discrepancias ideológicas y estratégicas con la línea seguida por la dirección del partido, con ciertas decisiones de gobiernos socialistas, con la oposición practicada en el  parlamento y últimamente con el voto de la militancia en las primarias. En una palabra, para mí, el PSOE no es un partido de izquierdas.
Pensé hacerlo la noche misma de los resultados de las primarias, pero me he concedido unos días más de reflexión para tomar esta decisión que ya venía sopesando desde hace algún tiempo y que ya había adelantado a varios compañeros de la agrupación. Viene de lejos, por lo menos desde el Congreso de Sevilla. De alguna manera el resultado de estas primarias sólo ha sido la gota que colma el vaso.
Estas son pues mis razones, unos tal vez las entenderán, de entre ellos espero incluso que algunos las compartan, pero vaya por delante que tengo el mayor respeto para los compañeros que ven las cosas de otra forma, discrepan de mí, hacen otro análisis de la situación y piensan que hay solución trabajando desde dentro del partido. No pretendo poseer ni la verdad ni la ciencia infusa, sólo reivindico mi derecho a pensar, opinar y actuar conforme a mi conciencia.
Los militantes del PSOE estábamos llamados a elegir libremente entre dos propuestas de renovación que yo consideraba serias, suficientemente concretadas, bien estudiadas y convincentemente planteadas, representadas por dos compañeros sobradamente preparados, y una tercera propuesta que a mi parecer era una mera operación cosmética – cambiar para que poco o nada cambiase -   que consistía en promocionar un rostro jóven, agraciado y sonriente con una burda operación de marketing que se olía a la legua y se notaba en cada fotograma de unos vídeos de campaña prefabricados por expertos en propaganda. Todo eso con el apoyo discreto pero eficaz de los “aparatos”, de la mayoría de los medios de comunicación y con una financiación de la cual ignoro la procedencia.
¿Y qué hemos elegido “libremente” los militantes? Pues eso, la gota que ha colmado mi vaso, el candidato preferido de Marhuenda y de la derecha (de lo que deduzco que mucho miedo no les da). Como leí en algún sitio “ganaron los obedientes”. Si leémos su decálogo de propuestas casi todas son medidas que tienen que ver con la regeneración de la política en general y del PSOE en particular, pero ninguna que plantee una política económica distinta que cuestione la troika, las decisiones neoliberales que se nos imponen desde Europa, la nacionalización de bancos, la prohibición de los desahucios o simplemente la defensa de nuestra dignidad como país relegado a ser mano de obra barata para la Europa del norte. Tampoco soluciones concretas para el desempleo, ni propuestas serias para resolver el problema de Cataluña, nada que pudiera hacer olvidar a la gente la última etapa del gobierno de Zapatero y la oposición de Rubalcaba. 
Yo voté a Pérez Tapias, Edu Madina hubiera sido mi segunda opción y de paso aprovecho para alabarle por saber irse sin dar la lata, como ha dicho. Todo mi respeto para él por esa actitud digna. Muchos pensarán que es una pena que se aparte un político tan bien preparado y otros criticarán que haya dejado huérfanos a sus seguidores. Por cierto no deja de sorprenderme que se acepte como gran victoria los 49% de votos conseguidos por Pedro Sánchez, porque si no calculo mal significa que 51% no le votaron. Curiosa matemática donde 49 son más que 51. Quiero decir que una correcta interpretación de la democracia hubiera exigido una segunda vuelta entre los dos primeros candidatos para que el ganador pudiese después presumir de una auténtica mayoría del voto militante. Luego criticaremos la propuesta del PP sobre el alcalde más votado.
Como nunca se me ha dado bien ser hipócrita, ni ser políticamente correcto, (se me atraganta la palabra si tengo que llamar “compañero” a Rubalcaba o Valenciano), me niego a unir mi voz a los que dicen “ahora todos como una piña detrás del que ha ganado” (las puñaladas no a la luz del día, por favor). No puedo. Prefiero ser coherente con mis valores y principios, no traicionar mi ideología ni ofender  mi inteligencia, y decir claramente: “Hasta aquí he podido llegar, eso no va a cambiar, eso no tiene arreglo”.
Este lavado de cara del Partido no pretende devolver el poder a las bases sino intentar por otros métodos seguir atándolas en corto para que no se nos desmadren demasiado. No consigo creer en la posibilidad de regeneración democrática de este Partido. Desde que Alfonso Guerra dijo que el que se movía no salía en la foto, este ha sido un partido secuestrado. Tampoco creo en la posible recuperación para la izquierda de este PSOE que toma el camino del Pasok y terminará pactando con el PP para intentar salvar un régimen al servicio de los poderes fácticos del neoliberalismo y de la monarquía (lo que se llamará con el eufemismo de “sentido de estado”). Se nos hablará de realismo, de demagogia y de populismo, de lo que no se puede hacer o de que este no es el momento para hacerlo (para justificar la falta de ganas y de voluntad de hacerlo), se empezará por echar atrás la promesa de primarias abiertas, y si llegan algún día no se harán “a la francesa”, se harán “a la andaluza”, con un único candidato. Se seguirá aplicando el viejo principio de “el poder para el pueblo pero a ser posible sin el pueblo”, porque la política se seguirá haciendo en los despachos.
La prueba, desde el primer día, lo primero que hizo nuestro flamante SG fue reunirse con los “barones”. Esta terminología expresa bien que estamos en un partido feudal. En los despachos se designarán los miembros de las ejecutivas, según la fórmula de reparto del botín “tu me das yo te debo” “tantos pa ti tantos pa mí”. El pasteleo habitual. A los militantes se les necesitaba para votar y ya votaron, pero no tendrán voz para decidir si se hacen primarias abiertas y cuando, ni para elegir quienes estarán en los puestos de mando. Cada cosa volverá a su sitio y el río a su cauce. En resúmen, ¿rumbo hacia la izquierda?, ¿participación de las bases? Con dosis homeopáticas y  “ma non troppo”. ¿Por qué será que no consigo creérme lo de un cambio en el PSOE?
Yo pienso que no son tiempos para medias tintas, ni para buen rollo, ni para pactos con el adversario. La derecha y el mundo del dinero no se andan con chiquitas y van a lo suyo brutalmente, sin miramientos ni compasión, a marchas forzadas. Si no queremos que nos lo quiten todo, no nos queda otra que hacer un giro a 180 grados, dentro y fuera del Partido, hacer una oposición dura, radical, movilizar al pueblo, a los ciudadanos, no sólo para votar sino para establecer una relación de fuerzas que meta el miedo en el cuerpo a los poderosos de todo pelaje. Cualquier estrategia “moderada” no sirve para estos tiempos de retroceso brutal de los derechos y de la democracia. Como dijo el millonario Warren Buffet: “Claro que hay lucha de clases, y la estamos ganando nosotros”. Esto no es una crisis, es una guerra y tenemos que intentar ganarla. No podemos decir que no se pueden prohibir los desahucios, no podemos decir que es imposible no pagar la deuda (una deuda imposible de pagar), no podemos decir que no hay dinero para que todos los niños coman, no podemos decir que no se puede reequilibrar la relación capital-trabajo a favor de los trabajadores, no podemos decir que no hay forma de que paguen los ricos, no podemos decir que no se puede subir el salario mínimo a 1000 € (cuando nuestros socios europeos lo tienen a más de 1400). No podemos decir que no se pueden nacionalizar bancos. Sí, claro que podemos hacer estas cosas, tenemos que poder, tenemos que buscar y encontrar la manera de poder, con voluntad política, determinación, participación ciudadana y partidos políticos sin ataduras con los amos del cortijo. Y aquí no está el PSOE ni se le espera.
Hoy los ciudadanos rechazan a los que dicen siempre “no se puede” y se acercan a los que dicen “podemos” aunque sólo sea para comprobar si de verdad se puede o no. La ilusión y la esperanza son los motores del movimiento.
A mi edad no anda uno sobrado de energías, y las pocas que me quedan tengo que decidir donde las invierto para trabajar por algún futuro que pueda calificarse de socialista. He esperado años una escisión en el Partido para clarificar su ideología (como en Alemania y en Francia). No se ha producido. He esperado que los militantes votaran al candidato de izquierdas Pérez Tapias. Tampoco. No puedo seguir esperando, se me va el tiempo. Hay socialismo fuera del PSOE y buscaré mi camino por otros senderos. No es el carnet el que otorga patente de socialista. Soy  y seré socialista, con carnet o sin él.
He notado que muchos militantes tienen una relación cuasi religiosa con el Partido, practicando una especie de patriotismo de partido que impide a veces tener una suficiente perspectiva y lleva a ignorar, cuando no despreciar,  las cosas  que ocurren fuera. Habéis podido observar en nuestros debates que no es mi caso, pero que duda cabe que la decisión de darme de baja va acompañada de tristeza. Conservaré el recuerdo de días de acción, de actos y manifestaciones, de campañas y congresos, de compañeros entrañables y de apasionados debates, de unas cañas en el Crin y alguna que otra comida animada. Agradezco la amistad de estimad@s compañer@s y espero que mi decisión no afecte a esta amistad que por mi parte se situa en el plano de la relación personal y no exige tener que compartir una afiliación común.
Un saludo fraternal, salud, socialismo y república laica,
Antoine Candelas (agrupación de Moratalaz).