viernes, 3 de febrero de 2012

La Gaviota Azul se come a Águila Roja

Una reflexión de Miguel Candelas Candelas, Licenciado en ciencias políticas.

LA GAVIOTA AZUL SE COME AL ÁGUILA ROJA

Hace unos pocos días, el nuevo ejecutivo del Partido Popular anunció que tiene previsto eliminar la serie “Águila Roja” de la parrilla de Televisión Española alegando motivos de austeridad, ajuste económico y control del déficit de RTVE. Sin embargo, si realizamos un análisis un poco más profundo a tales buenas intenciones de inicio, supuestamente solo con carácter pragmático, nos damos cuenta de que esconden una profunda determinación ideológica en aras de eliminar cualquier legado progresista de los años de gobierno de Zapatero,en consonancia con otras nuevas medidas igualmente anunciadas, como la intención de derogar la actual ley del Aborto para volver a la ley de supuestos de 1985, la eliminación de Educación para la Ciudadanía, la revisión de la memoria histórica o la congelación de ayudas a los centros de mujeres.
La serie “Águila Roja” es más que una ficción histórica de aventuras épicas, y alberga en su interior una importante transmisión de valores ciudadanos en cuestión de conciencia ciudadana, igualdad de género, solidaridad, defensa de los sectores oprimidos, apuesta por la educación científica, racional y laica, crítica a los excesos de la Iglesia y de los gobernantes autoritarios o apuesta por el respeto a todas las etnias y culturas. En resumen, un bagaje en valores de derechos humanos y en contra de la discriminación, que para cualquier ciudadano europeo del siglo XXI resulta lógico y en consonancia con los valores universales que se deben transmitir, pero que para la derecha conservadora española parece que suponen una apología de ideología ultraizquierdista en una coalición de estalinistas, terroristas, separatistas, feminazis, homosexuales, guerracivilistas, perroflautas, judíos y masones, para destruir y acabar con esa España una, grande, católica y de gente de bien.
Y es que el Águila, para empezar es “roja”. Esto no debiese ser más que una anécdota, pero me vienen a la mente las palabras de disgusto de ciertos líderes populares al escuchar cómo se coreaba el nombre de “La Roja”, para referirse a la selección española de fútbol en tiempos de euforia postmundialista, cuando la bandera nos unía aunque fuese alrededor de un balón. Y es que a nuestra derecha no le gusta que ese color tenga una connotación positiva, supongo que porque aun no han perdonado a esos antiespañoles que resistieron a las bombas franquistas y nazis durante tres años para defender la democracia y la libertad en España. Al margen de dicha anécdota, el héroe de la serie es un maestro de escuela, culto e ilustrado, que ha viajado por regiones tan lejanas como Oriente y China, y que ha conocido por tanto otras religiones y filosofías, y puede compararlas entre ellas. Apuesta por una pedagogía basada en la ciencia y la razón, se confiesa no creyente y huye del oscurantismo eclesiástico y de los valores del catecismo. Vamos, que bien podría ser uno de tantos maestros republicanos fusilados, sí, esos crímenes que siguen negándose a condenar los diputados del PP en el Congreso, y en la actualidad, bien podría ser uno de esos profesores izquierdistas y malvados que realiza apología de la homosexualidad y del infanticidio entre sus alumnos, por defender el derecho a elegir con que pareja quieres compartir tu vida o el derecho de la mujer sobre su propio cuerpo, dentro de los contenidos de una asignatura impartida en casi todos los países democráticos.
Además, nuestro héroe hereje ayuda a los más necesitados y se cuestiona su situación de pobreza, reclamando el derecho de los campesinos a rebelarse y a reclamar justicia social. Es decir lanza a las hordas marxistas hacia la revolución soviética, y es que dar limosna a un indigente está bien, pero preguntarte por su situación es atentar contra el santísimo capitalismo y la libertad individual. Del mismo modo, Gonzalo de Montalvo ayuda en alguna ocasión también a mujeres si son ellas las que requieren del “héroe del pueblo”, pero en ningún caso lo utiliza para ejercer una actitud paternalista, prepotente o machista hacia ellas. Al contrario, respeta la libertad de la mujer para decidir con quien estar, no las pide explicaciones por pasar la noche en casa de otro hombre, y en todo momento las trata de igual a igual, además de no dejar nunca aflorar sus instintos más primarios: jamás grita, ni amenaza ni amonesta. Vamos, en román-paladino, que para la derecha de este país es un “calzonazos”, un “julandrón”, y un hombre que no sabe parar los pies a la mujer cuando ésta se comporta de un modo impropio al de una señorita sumisa y decente.
Para concluir, el telón de fondo de la historia nos muestra a dos villanos principales: el cardenal asesino y sin escrúpulos que utiliza cualquier medio para lograr ocupar la silla de San Pedro, o Felipe IV, Rey de las Españas, que aumenta la presión fiscal sobre sus súbditos y les hace morir de inanición para sufragar sus guerras contra Francia. No le tiembla la conciencia a la hora de enviar a traición a decenas de niños reclutas al matadero en un galeón suicida, es capaz de abandonar a su propia primera esposa e hijos, y trata con desprecio absoluto a los plebeyos. Vamos, otra “manipulación histórica de la izquierda radical”, nada que ver con la Iglesia tolerante y caritativa de aquellos años que hacía arder en la hoguera a los infieles para lograr así que Dios se apiadase de sus almas y que del mismo modo hoy encomienda la misión divina de salvar al no-nacido y librar a la mujer de los peligros de salir de la cocina, ni por supuesto tampoco nada que ver con la inmaculada monarquía española, democrática, liberal y constitucional desde tiempos inmemorables, que salva a los españoles de algún que otro 23-F y nada sabe de legitimaciones franquistas, ni cuotas de petróleo, ni abusos de poder ni de yernos corruptos.
Vamos, que el maestro de la villa (que cuando la luna asoma se transforma en Águila Roja) no es más que un socialista radical disfrazado de héroe, que ha inundado las pantallas de TVE durante 5 años, con elevadísimas cuotas de audiencia por cierto, para infectar las mentes de los españoles e inocularles el virus letal del zapaterismo. Por ello, es deber de este gobierno del PP, acabar con una serie tan poco adecuada para las ovejas del rebaño, ya que se había convertido en un peligroso apéndice más del libro satánico y hereje de Educación para la Ciudadanía.
Por ello, en aras de ganarme el cariño y el perdón de mis nuevos gobernantes, propongo que aprovechando que han acabado con el Águila Roja, lo sustituyan por otro héroe en una nueva serie, para que los españoles no nos quedemos indefensos: la Gaviota Azul. Sí, Gaviota Azul sería un caballero español, pero de los de verdad, de los de antaño. Un macho ibérico, católico, patriota y defensor de los banqueros suizos, de la vieja nobleza española, de su santa Iglesia y de su majestad. Guerrero y marcial ante todo, no intelectualoide ni afeminado, Azote de mileuristas e indignados, martillo de herejes y maricones, cabeza de familia, autoritario con sus vástagos y su parienta, la cual ha de quedarse en casa fregando y poniéndose guapa para el regreso de su amado caballero, esperanzada con que esa noche debido a haberse portado bien la caiga un beso de buenas noches en lugar de un grito o un ojo morado. Si, señores del PP, “Gaviota Azul”, tomen nota y regístrenlo a nombre del partido, no les denunciaré a la SGAE.

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